Abrió sus ojos y se
encontró con más de diez pares de pupilas que la examinaban. Pertenecían a
todas caras conocidas, todas de amigos o familiares que la querían. Habían
llegado desde varios puntos de la ciudad, en cuatro o cinco autos, y la
observaban desde arriba, encorvándose un poco sobre su cama.
Estaba triste, con ganas
de llorar. Aunque intentaba evitarlo, para no preocupar a sus visitantes, sus
ojos demostraban cansancio y la inclinación de sus labio, dolor. Ese dolor que
desde hacía tanto tiempo la venía acompañando y la obligaba a calcular
fríamente sus movimientos y evitar algunas comidas. Ese dolor que hasta parecía
cómodo dentro suyo. Tanto, que no creía que vaya a irse nunca de allí.
La saludaron. Los
turistas, invasores de esa pena absoluta, querían saber cómo estaba. Como si no
supieran que sufría en silencio, como si estuvieran esperando una mentira para
calmar su conciencia, pusilánimes. Pero no, no señor, ella no los iba a dejar
marchar tan fácil.
Con una punzada en el
estómago se incorporó, para poder hablarles de frente mirándolos al alma. Ahora
sí, llorando de dolor y gimiendo de pena, les explicó su suplicio, les demostró
su angustia, les graficó a uno y cada uno de ellos su cobardía. Gritó, pataleó,
castigo al aire con sus puñetazos. Lloró hasta perder la última barra de fuerza
que le quedaba en ese frágil cuerpo, en ese malnutrido y devastado cuerpo.
Con esfuerzo, se acostó
nuevamente. Recorrió con su mirada los rostros sorprendidos de los intrusos.
Levantó la vista hacia las luces blancas y ablandó sus garras. Cerró los ojos.
Relajó todos sus músculos. Y entonces sonrió.
Este texto fue escrito para participar del microrreto de El Tintero de Oro.
Hola, Lucas. Muy lograda la descripción de la paciente, su dolor íntimo y profundo.
ResponderBorrarGracias!!
BorrarHola, jolines, me has puesto los pelos de punta. Muy buena narración.
ResponderBorrarGracias por la lectura!
BorrarBuena aportación para la colección de micro relatos. Un saludo
ResponderBorrarMuy buen micro. Un abrazo.
ResponderBorrarBuen relato, muy bien descrito el sentimiento de la prota y eso que no dices qué pasa y por qué debe estar ofendida, pero lo has hecho tan bien que da igual. Felicidades.
ResponderBorrarSaludos Kurt, ya te había comentado este relato en tu comentario en el Tintero de Oro pero lo hago de nuevo aquí. Es interesante tu relato. Lo leí dos veces para captar mejor como pasaron de ser personas que la querían a ser turistas nvasores. Esas luces blancas son esclarecedoras e irresistibles. Éxitos y bendiciones!
ResponderBorrarMuchas gracias a todes por la lectura y comentarios. Un abrazo!
ResponderBorrarHola, Kurt.
ResponderBorrarHas plasmado perfectamente la escena, como lectora así me lo has transmitido. Enhorabuena, y bienvenido al Tintero.
Un abrazo.
me gusta el haberte leído y en parte conocido el otro la lado de vos
ResponderBorrarMuy buen micro. Sabia respuesta del paciente para sus interlocutores que muchas veces preguntan "cómo te sientes?" solo para quedar bien, para parecer interesados, porque basta un poco de empatía y se ahorraría sufrimiento al que lo padece.
ResponderBorrarUn saludo, Lucas.
Gracias a las tres por la visita!! Me alegra que les haya gustado, nos leemos
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